viernes, 10 de enero de 2014

RESUMEN MIRAR LA ESCUELA DESDE AFUERA - EMILIO TENTI FANFANI

MIRAR LA ESCUELA DESDE AFUERA
EMILIO TENTI FANFANI

EL “AFUERA” QUE CAMBIA
Todo cambia: la economía, la ciencia y la tecnología, la estructura social y la familia, los modelos de distribución de la riqueza, la morfología de la sociedad, la cultura y la subjetividad, las instituciones y prácticas políticas. Estas transformaciones no pueden no afectar “lo que la escuela hace y produce”. La experiencia escolar de docentes, alumnos y grupos familiares cambia de sentido, aunque las formas de las instituciones “permanezcan” o parezcan conservar su formato tradicional. Y esto porque las instituciones sociales no son sustancias sino que poseen un significado que deriva de su relación con otras.

Todo lo que sucede en la sociedad “se siente” en la escuela. En otras palabras, todos los cambios estructurales que se registran en las principales dimensiones de nuestras sociedades tienen su manifestación en las instituciones y prácticas escolares.

EL DIÁLOGO DIFÍCIL Y NECESARIO ENTRE ESCUELA Y SOCIEDAD
La escuela tiene como objetivo influir en la formación de las subjetividades de las nuevas generaciones y, de ese modo, prepararlas para integrarse a la sociedad en su conjunto. Por eso es importante adoptar un punto de vista relacional para entender los complejos intercambios entre escuela y sociedad.

En este contexto, las relaciones entre escuela y sociedad se vuelven más complejas y dialécticas. En primer lugar, ya no es sólo la sociedad la que tiene que adaptarse a la escuela, sino que ahora se espera que ésta también se adapte a la sociedad, es decir, a las características particulares de sus alumnos.

CAMBIAR LAS MIRADAS
Es evidente que el éxito de este nuevo y necesario diálogo entre escuela y sociedad requiere un mejor conocimiento recíproco entre las partes. Los agentes sociales deben “mirar” a la escuela con otros ojos. Deben conocer mejor sus objetivos, sus lógicas, sus alcances y limitaciones, las condiciones sociales y pedagógicas del aprendizaje.

Tendemos a mirar el mundo social con conceptos tales como “familia”, “clase social”, “Estado soberano”, etcétera, términos cuyo significado ya no se corresponde con la realidad que designan. Entender el presente obliga a renovar los lenguajes que se heredan del pasado. Por eso, para captar la novedad y la complejidad de las cosas sociales del presente, se requiere un esfuerzo de aprendizaje de nuevos lenguajes y nuevos modos de ver la realidad.

LOS CAMBIOS EN LA MORFOLOGÍA SOCIAL, LA CULTURA Y LOS DESAFÍOS DE LA POLÍTICA EDUCATIVA

Todos entran en la escuela y lo hacen en forma cada vez más temprana. Simultáneamente, los alumnos tienden a permanecer más tiempo en las instituciones.
La morfología de las sociedades capitalistas de alto y mediano desarrollo tiende a adoptar nuevas configuraciones. Se habla de la emergencia de una “nueva cuestión social”.

Se observa no sólo una marcada desigualdad en la distribución de los ingresos, sino también la aparición de fenómenos tales como la pobreza crónica y la exclusión social. Esta combinación de la exclusión social (es decir, carencia de empleo formal, de ingreso, de respeto y dignidad) y la escolarización constituye un reto para la política educativa.

Es preciso que quienes están escolarizados tengan las mismas oportunidades de aprendizaje y los mismos logros en el desarrollo de conocimientos básicos poderosos y relevantes.

Un mejor entendimiento de la especificidad de la cuestión social contemporánea podría facilitar una readecuación de los “modos de hacer las cosas” y de los dispositivos escolares en función de las nuevas características sociales y culturales de los alumnos.



LA “EXPLOSIÓN” DE LAS CULTURAS DE LAS NUEVAS GENERACIONES
La cuestión social se mezcla con los cambios en la cultura. La emergencia de configuraciones culturales segmentadas por clases de edad (cruzadas por género, etnia, condición social, hábitat, etcétera) es un fenómeno en acentuada expansión.

Una cultura adolescente o juvenil es un lenguaje, una forma de auto presentación, una estética, un conjunto de criterios de percepción y valoración, un mundo de fantasías y proyectos, que muchas veces entran en conflicto con la cultura escolar.

Los docentes deben entender mejor la cultura de los adolescentes, ya que el desconocimiento produce temor y muchas veces es reemplazado por estereotipos, etiquetas con sus falsas expectativas y perniciosos “efectos Pigmalión” o “profecías auto cumplidas”.
Sin esta comprensión, el trabajo y la interacción docente- alumno, que están en la base de la experiencia escolar, se vuelven fuente de conflictos, frustraciones y malestar para todos los involucrados.

LAS CONTRIBUCIONES DE ESTE LIBRO
El capítulo del sociólogo francés Bernard Lahire comienza haciendo una revisión crítica de la tradición sociológica francesa volcada al estudio de la compleja relación entre desigualdades sociales y culturales de las familias y desempeño escolar de los alumnos.

La democratización cuantitativa de la escuela y los cambios en la estructura social, la cultura y el Estado constituyen el eje central del trabajo de Agnès van Zanten.

Entre las políticas analizadas están las que favorecen la heterogeneidad social y cultural y la autonomía de las instituciones escolares.

Los cambios en la cultura social y, en especial, en las culturas juveniles constituyen la preocupación central de los trabajos de Jesús Martín-Barbero, Rossana Reguillo y Marcelo Urresti.

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